La controversia en torno a la interpretación de narcocorridos sumó un nuevo capítulo, dejando al descubierto la tensión latente entre la libertad artística y las regulaciones locales. El protagonista de este episodio fue el joven exponente del género tumbado, Junior H, cuyo intento de interpretar un tema dedicado a uno de los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán fue abruptamente silenciado por un inesperado apagón en pleno palenque.
El público que abarrotaba el recinto en Aguascalientes disfrutaba de la presentación de Junior H, coreando sus éxitos y vibrando al ritmo de los corridos tumbados. Sin embargo, el ambiente festivo tomó un giro inesperado al final del espectáculo. El cantante, en un aparente intento de cerrar su actuación con un tema especial, dio la indicación a sus músicos para que iniciaran los acordes de “El Hijo Mayor”. Esta canción, ampliamente conocida por su dedicatoria a Édgar Guzmán López, primogénito del notorio líder del Cártel de Sinaloa, desató una reacción inmediata por parte de los organizadores.
A los pocos segundos de que la melodía comenzara a resonar, el micrófono de Junior H se apagó, sumiendo al palenque en un silencio momentáneo que pronto se tornó en un clamor de desaprobación. El público, perplejo ante la repentina interrupción, abucheó la decisión de los organizadores. Sin embargo, la censura no logró acallar la canción por completo. En un acto de desafío colectivo, los asistentes al evento unieron sus voces para entonar a todo pulmón la letra de “El Hijo Mayor”, mientras los músicos de Junior H continuaban tocando la melodía, creando una atmósfera cargada de tensión y desafío.
La elección de la fecha para interpretar este tema no pareció ser casual. El 8 de mayo marca el aniversario luctuoso número 17 de Édgar Guzmán, quien perdiera la vida trágicamente en 2008 en Culiacán. La intención de Junior H podría haber sido rendir un peculiar homenaje en esta significativa fecha, recordando a una figura envuelta en la compleja narrativa del narcotráfico.
La letra de “El Hijo Mayor”, aunque no menciona directamente el nombre de Édgar Guzmán, dibuja un retrato de un joven inmerso en el mundo del crimen organizado, destinado a heredar el liderazgo de la organización. La canción evoca su gusto por la adrenalina y su trágico final a través de una emboscada, elementos que resuenan con los detalles conocidos sobre la vida y muerte del hijo del Chapo. Las referencias temporales, la simbología y los elementos biográficos plasmados en la letra son innegables para quienes conocen la historia.
Tras el incidente, el propio Junior H insinuó que ya existía cierta tensión con los organizadores, aludiendo a que previamente les habían manifestado su intención de “correrlos” del palenque. Esta declaración siembra la duda sobre la verdadera razón del apagón. ¿Fue la censura directa al contenido del narcocorrido o se trató simplemente de una medida para cumplir con los tiempos programados del evento?
Independientemente del motivo exacto, el episodio en Aguascalientes pone de manifiesto la persistente polémica en torno a los narcocorridos y su presencia en los escenarios mexicanos. La línea entre la expresión artística y la apología del delito sigue siendo difusa y genera reacciones encontradas en la sociedad y las autoridades. Mientras algunos defienden la libertad de los artistas para abordar temas de la realidad social, por dura que sea, otros abogan por restringir contenidos que consideran promueven la violencia y la cultura del narcotráfico.
El apagón que sufrió Junior H no solo impidió la interpretación de una canción, sino que también encendió un debate sobre los límites de la censura y la recepción de este género musical en México. La voz unánime del público coreando el narcocorrido censurado resonó como un eco de la compleja relación entre la música, la cultura y las realidades que a menudo se intentan silenciar.
