En las últimas semanas, el género de los narcocorridos ha vuelto al centro del debate público en México, enfrentando crecientes restricciones por parte de autoridades locales y generando controversia entre artistas y defensores de la libertad de expresión.
El incidente más reciente ocurrió durante la Feria de San Marcos en Aguascalientes, donde el cantante Natanael Cano tuvo el audio cortado mientras interpretaba “El de la codeína”, una canción que hace referencia al narcotráfico. En respuesta, Cano desafió públicamente la censura, instando al público a “pedírsela a su gobierno, no a mí”, y continuó cantando a pesar de la interrupción del sonido.
Este suceso se suma a una serie de acciones legales y administrativas contra artistas del género. La agrupación Los Alegres del Barranco fue vinculada a proceso en Jalisco por apología del delito, tras proyectar imágenes de Nemesio Oseguera, alias “El Mencho”, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, durante una presentación. Además, se les retiraron las visas estadounidenses.
Ante esta situación, varios estados mexicanos han implementado medidas para prohibir la interpretación de narcocorridos en eventos públicos. Aguascalientes, Michoacán y Nayarit han aprobado leyes que sancionan la apología del delito en la música, con multas que pueden superar el millón de pesos y la cancelación de conciertos.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha declarado que el gobierno federal no prohibirá el género, calificando tal medida de “absurda”, y abogó por la concienciación en lugar de la censura.
El debate sobre los narcocorridos continúa, con opiniones divididas entre quienes consideran que glorifican el crimen organizado y quienes defienden la libertad artística. Mientras tanto, el género sigue siendo popular, especialmente entre los jóvenes, y su presencia en la cultura musical mexicana permanece vigente
