Las personas sin horizontes y sin grandeza siempre tienen envidia, señaló el Obispo de la Diócesis de Cuernavaca Ramón Castro Castro.
Desde la Catedral de Cuernavaca monseñor Ramón Castro dio su mensaje dominical a la feligresía en el que dijo que el espíritu de Dios trabaja en todos los corazones y sopla cuándo y cómo cree conveniente.
Pidió a los feligreses reconocer los carismas y dones que han sido sembrados en toda la iglesia y los cuales concede Dios a todos, a los laicos, a los sacerdotes, a la vida consagrada, siempre y cuando estén al servicio del bien común.
“Ojalá que todo bautizado pudiera con sus propios dones ponerse al servicio de los demás, ojalá que todos pusieran en evidencia cuánto han recibido del señor. Hay que recordar que existe un solo bien y una sola justicia y hay que respetarlo”, dijo el obispo.
Convocó a los fieles a dejar a un lado el egoísmo y les pidió no tener temor a la competencia, “una persona egoísta es víctima de la envidia que a su vez es víctima del egoísmo y madre del orgullo. La envía transforma la vida en un infierno, porque produce un sufrimiento, por esa razón la Biblia enseña que la muerte entró al mundo por la envidia del diablo”.
Consideró que la envidia es el deseo de poseer todo y a todos, por lo tanto, es destrucción. Además, la envidia, el egoísmo y el orgullo se pueden encontrar en cada persona, pero también a nivel comunitario.
