El carnaval de Jiutepec, celebrado este fin de semana, se transformó en un escenario de caos y violencia, lejos de la tradición festiva que caracteriza a este tipo de festejos. Entre empujones, riñas, robos y la venta indiscriminada de bebidas alcohólicas, el evento se desbordó, lo que dejó una amarga sensación entre los asistentes, incluidos menores de edad, quienes lamentablemente fueron testigos de los disturbios.
La venta de alcohol se descontroló completamente, incluso siendo ofrecido a menores de edad, quienes, en muchos casos, terminaron involucrados en los altercados que marcaron varios momentos del carnaval.
Decenas de personas fueron detenidas durante los tres días del evento, e incluso desde el Encuentro de Comparsas que se realizó una semana antes, 15 de ellas fueron captadas en videos que rápidamente circularon por redes sociales: tres mujeres arrestadas el viernes, nueve personas la madrugada del sábado tras una pelea y al menos dos más el domingo, por alterar el orden público.
La falta de medidas preventivas se hizo evidente en los puntos clave del evento, como el tradicional “brinco del Chinelo”, donde la aglomeración de personas, sumada al consumo excesivo de alcohol, derivó en altercados entre los asistentes.
A pesar de los filtros de acceso, la seguridad dentro del carnaval fue deficiente, ya que no existieron medidas claras para regular el aforo o para implementar rutas de evacuación en caso de emergencia, lo que generó un ambiente caótico, especialmente en zonas con gran concentración de personas como fueron los tradicionales brincos de Chinelo.
El evento, además, expuso la omisión del gobierno local, que pareció priorizar los ingresos económicos derivados de los permisos comerciales para la venta de alcohol antes que la seguridad de los asistentes.
Pese a los constantes llamados de la autoridad estatal para garantizar el orden, el gobierno municipal no logró controlar ni la venta de alcohol ni la gestión de la multitud, lo que dejó a los ciudadanos expuestos a situaciones de riesgo.
Lo que debía ser una fiesta tradicional y ser un referente para el turismo se convirtió en un ejemplo claro de cómo la falta de planificación, regulación y control pueden transformar un evento cultural en un terreno de conflicto y caos.
Alcohol desmedido y peleas
Domingo 19 de enero
Encuentro de Comparsas: Este “precarnaval” comenzó con las primeras peleas y a través de un video que circuló en redes sociales se pudo apreciar el momento en que al menos tres mujeres agredieron a otra, golpeándola y jalándole los cabellos, por motivos desconocidos. Durante el Encuentro de Comparsas se registraron varias peleas entre personas que se encontraban en estado de ebriedad.
Viernes 24 de enero
Inicio del Carnaval: Se registraron al menos dos riñas protagonizadas por personas alcoholizadas, quienes fueron detenidas por elementos de seguridad. Además, el robo de pertenencias a los visitantes fue evidente, pues distintas personas denunciaron que fueron víctimas de la delincuencia. Asimismo, una mujer fue detenida por el robo de pertenencias, principalmente celulares y carteras, lo que reveló la presencia de “ladrones de guante blanco” entre la multitud.
Sábado 25 de enero
Riñas de noche. Los pleitos iniciaron desde las primeras horas, con una riña protagonizada por nueve sujetos que causaron alboroto entre la multitud y perturbaron el orden público. Además de las detenciones, se reportaron varios delitos en el municipio. Entre los hechos más graves destacan el robo a un minisúper en la colonia Otilio Montaño, un robo a casa habitación en el poblado de Tejalpa y el hurto de una motocicleta.
Domingo 26 de enero
Caos, gentío y basura. Al menos dos personas fueron detenidas por pleitos de origen desconocido. Además, decenas de jóvenes y menores de edad se vieron involucrados en peleas bajo los efectos del alcohol. Los niños y niñas estuvieron expuestos a estos actos violentos. Después de este festejo, la plancha del zócalo quedó llena de basura y envases de micheladas.