“Dar a cada quien lo suyo” es el lema del impartidor de justicia, pero lograrlo es un gran reto en el que hay que poner mucho más que conocimiento, señaló la jueza Sandra Gaeta Miranda, al hablar del desempeño de la profesión.
Hoy se celebra el Día del Juez Mexicano y para conocer un poco de quienes están detrás de una sentencia, de aquellos o aquellas que con unos quedan “bien” y con otros “mal”, platicamos con la jueza de lo Familiar de Primera Instancia del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), desde hace 13 años.
“Los juzgadores en el orden familiar tenemos que tener esa capacidad para poder lograr armonizar a estas familias y que los niños queden protegidos”, señaló.
En ese sentido, la profesionista consideró que en materia familiar, nunca nadie va a ganar o perder, y los jueces, como operadores tienen que buscar que esa familia gane en su totalidad.
Este es el principal reto y lo más difícil del ramo del derecho en el que se desempeña.
“Estamos acostumbrados a formalismos, a plazos, a buscar la manera de evitar un proceso”, dijo al explicar parte de las dificultades a las que se enfrenta con otros profesionistas del ramo, sobre todo abogados defensores.
Pero si eso es complicado, lo más difícil de impartir justicia en esta área, son los propios progenitores, en especial cuando tienen una contienda fuerte.
“A veces son los mismos progenitores, con apoyo de los abogados, que no nos permiten acercarnos, y tenemos que trabajar desde las emociones de ellos, pidiendo apoyo a los especialistas para poder estabilizar ese enojo que guardan como familia y en ese momento poder detonar la armonía que necesitamos”, expuso.
No siempre se logra y Sandra Gaeta tiene en su recuerdo varios casos muy fuertes, como aquel de una pareja que se disputa de forma cruel la custodia de su hija, y quien lamentablemente enfermó y falleció de forma repentina durante el proceso y ni su muerte aminoró el odio entre sus progenitores, quienes pasaron de pelear por la custodia, a pelear por sus restos.
“Los papás todavía, el último día estaban peleando por una cremación; son casos en los que no he logrado la conciliación”, dijo.
Consideró que la función del juzgador se trae y, en su caso, desde muy pequeña, sintió la necesidad de la defensa con base en sus propias circunstancias y condiciones.
“Creo que yo me hice juzgadora porque mi abuela me dijo tú vas a ser abogada y vas a ser juez porque de todo te quejas. No era queja, sino reclamo de por qué por ser mujer había que atender a los varones”, compartió.