El vértigo es un trastorno del equilibrio que se diferencia del mareo. Mientras que el mareo se caracteriza por una sensación de inestabilidad y malestar general, el vértigo implica una “sensación de rotación de los objetos que vemos o de nosotros mismos”, explica académico de la Facultad de Medicina de la UNAM.
El equilibrio del cuerpo depende de tres sistemas: la vista, el sistema vestibular (en el oído interno) y el sistema propioceptivo (que percibe la posición de las partes del cuerpo). Si alguno de estos sistemas presenta alteraciones, puede desencadenarse el vértigo.
El vértigo puede clasificarse en dos tipos: periférico y central. El vértigo periférico es más común y suele ser transitorio, aunque en casos recurrentes se requiere consulta médica. Este tipo de vértigo es de corta duración pero de alta intensidad, y puede ir acompañado de síntomas como náuseas, vómitos, sudoración y dolor de oído. Algunas de las causas más comunes incluyen el vértigo posicional paroxístico benigno, la neuronitis vestibular y la enfermedad de Ménière.
El vértigo central, por su parte, es de aparición más insidiosa, de duración prolongada y generalmente con dolor leve. Los síntomas adicionales pueden incluir trastornos motores, alteraciones de la sensibilidad y signos cerebelosos.
Para determinar el tipo de vértigo, el especialista realiza una serie de pruebas, que incluyen pruebas de marcha y un examen otoneurológico.
Para revertir el vértigo se puede optar por una rehabilitación por medio de ejercicios.