La actividad física es esencial para apoyar tus articulaciones, pero no todos los ejercicios son igualmente beneficiosos. Actividades como correr pueden ejercer presión sobre las articulaciones, mientras que los ejercicios de bajo impacto ayudan a mantener la movilidad y reducir la rigidez. Los mejores ejercicios para apoyar las articulaciones incluyen caminar, nadar, yoga para personas mayores y andar en bicicleta. El ejercicio en el agua es especialmente útil porque proporciona resistencia sin ejercer presión adicional sobre las rodillas y las caderas.
Una rutina diaria de estiramiento de 10–15 minutos por la mañana o antes de acostarse puede ayudar a reducir la rigidez. Movimientos lentos como la rotación de las articulaciones, la elevación de rodillas en posición sentada y la rotación suave de los hombros contribuyen a una mejor movilidad. Además, es importante evitar estar sentado por largos períodos; se recomienda levantarse y moverse cada 30–60 minutos.
RECOMIENDAN NUTRIR LAS ARTICULACIONES
Las articulaciones también necesitan los nutrientes adecuados para mantenerse fuertes. Una alimentación equilibrada rica en grasas saludables, proteínas, vitaminas y minerales ayuda a mantener cartílago, huesos y tejidos conectivos. Los ácidos grasos omega-3, presentes en alimentos como el salmón, sardinas, nueces, la linaza y las semillas de chía, contribuyen a la salud articular. La vitamina D y el calcio son esenciales para la fortaleza ósea, y se encuentran en productos lácteos, verduras de hoja verde, almendras y alimentos fortificados. La luz solar también ayuda al cuerpo a producir vitamina D de forma natural.
Alimentos ricos en antioxidantes, como frutas y verduras de colores vivos, pueden contribuir a la salud general de las articulaciones. La hidratación es clave; se recomienda consumir 6–8 vasos de agua al día para lubricar las articulaciones y permitir que se muevan con mayor facilidad. Pequeños cambios en la alimentación pueden traer beneficios a largo plazo.
